Tanto extrañó mi barbudo mi presencia que volvió a aparecer por mi país un día inesperado, tan inesperado fue, que escondidito detrás de una columna estuvo por seis horas, hasta que su tostada morochita con su lento y capcioso caminar apareció, consumida por los rayos tropicales de nuestro sol, bienvenida desde su mas adorado paseo, la playa habanera. Por suerte no era un macho cabrero cubano!!!
No hubo enojos, ni reclamos, pero si, un gran y prolongado beso y abrazo. Esta vez siendo que mi madre no lo quería ni conocer, volvimos a nuestra conocida guarida: “La Casa de Augusto” No les voy a contar todo lo que allí paso, pero esta vez, ni radio, ni reloj y mucho menos mesas redondas.
3 comments:
Muy bien, que reencuentro!!!
Besos.
Muy bien, que reencuentro!!!
Besos.
Inolvidable!!!
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